A veces nos llegan piezas especiales y curiosas al taller. Piezas que además de suponer un reto, te permiten investigar y aprender nuevas historias. Es el caso de ésta hélice de una avión Bücker Bu- 131 «Jungmann» fabricado en España en el año 1936. Nos cuentan que fue una regalo de boda (por petición expresa del novio) y que fue encontrada en el Rastro de Madrid hace muchos años.
Investigando un poco descubrimos que éste modelo de avión está íntimamente ligado a la historia de la aviación española. Nació en Alemania, su creador fue Carl Clements Bücker y su primer vuelo fue el 27 de abril de 1934 como avión de formación y combate. Fue usado por la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial. Los primeros «Bu» llegaron a España en 1936, enviados por Alemania al bando nacional durante la Guerra Civil.
Si quieren saber más sobre la historia de éste avión les dejo un enlace interesante: https://www.defensa.com/ayer-noticia/pequena-historia-dos-grandes-aviones-bucker-bu-131-bu-133
Nuestra hélice forma parte del diseño de éste avión. Se trata de una hélice de madera, de paso fijo y 2m. de diámetro. Realizada las palas en madera de pino y la zona central con diferentes piezas de madera de nogal. Presenta refuerzos en los bordes de las palas con malla de metal y planchas de latón. En una de ellas aparece una placa de metal con el nombre y modelo del avión al que pertenece.
Llegó al taller en regular estado de conservación, con presencia de ataque de insectos xilófagos y marcas de uso como suciedad y manchas de grasa.
La parte central de nogal, donde la hélice se coloca en el motor del avión, se encontraba bastante deteriorada, con piezas desencoladas y faltantes de madera, además de presencia de desgaste por el uso (algo normal). Fue un laborioso trabajo de encolado de las diferentes partes y de reposición de algunos faltantes en madera de nogal.
Decapamos el barniz envejecido y amarillento, realizamos un tratamiento curativo antitermes, empastamos, lijamos y limpiamos los metales para que volvieran a su estado original, especialmente la placa de latón. Tratamos las manchas de grasa con un desengrasante, aunque no fue posible retirarlas totalmente y aunque quedaron unas pocas, forman parte de la historia de la pieza. Barnizamos con goma laca para que adquiriera un bonito color tostado y finalmente aplicamos un barniz al agua para protegerla.
Ya está ésta bonita hélice con historia restaurada y entregada. Esperamos pronto la tengan ubicada decorando algún espacio con encanto.